jueves, 11 de febrero de 2021 | Ya te la sabes
Entender al mexicano es difícil. Convivir con él, más. En México existen actividades que solo los habitantes de la capital pueden entender y sobre todo, hacer. El chilango, esa especie única que convive desde los barrios bravos del centro y las periferias, se mueve en transporte público y tiene en su dieta diaria los tacos de pastor, carnitas, suadero y tripa. En una constante rivalidad con la provincia, el habitante de la CDMX sabe que su fuerte no es solo completar las siguientes actividades, sino arraigarse a ellas:
● La impuntualidad es la ley
Si hay algo que para un mexicano es susceptible de ser cambiado de último momento, es la hora marcada para una cita. La ingenuidad vive dentro de nosotros porque a pesar de saberlo, confiamos en nuestra contraparte, cuando muy dentro de nosotros sabemos que aparecerá, por lo menos, treinta minutos tarde. ¿Cuál es el porqué de esto? Por confiados, por conchudos, porque no sabemos calcular y porque siempre dejamos todo para el final. Sumemosle a esto el tránsito inestable, el transporte público siempre atestado y esas eventualidades que sólo suceden en nuestra ciudad.
● El amor por la fiesta
Antes de que la pandemia nos viniera a cambiar la vida, era casi de ley que los chilangos agarramos la fiesta desde jueves hasta sábado, curarla el domingo y el lunes a contar todo lo que pasó. Desde la salida con los compañeros de trabajo hasta la visita familiar en un lugar lejano, la fiesta es parte del menú de actividades del fin de semana.
● El transporte público es la jungla
Nuestro amado Metro con sus 12 ramificaciones es capaz de trasladar a millones de especies de la fauna chilanga. Aguantador y barato por un lado, pero caótico y difícil de utilizar en ocasiones. Con la valentía que nos caracteriza, un chilango hace que dos cuerpos quepan en un solo lugar en el espacio, haciendo que el ir de la estación Chabacano a Centro Médico se convierta en una calurosa aventura. ¿Sería distinto si hubiera orden en el abordaje o si existieran más trenes? La respuesta es negativa pues, la adrenalina de no despeinarse, empujar gente en la puerta mientras se cierra y llegar a la escuela sin sudar, es un reto pero gracias a Rumbo, puedes encontrar mejores alternativas para tus viajes en transporte público.
● El chile: un sí o sí de la comida
Si la persona que preparó la salsa anda con enca... es un hecho que la salsa estará brava. Pero si la salsa no pica, el enojad@ será uno. La comida chilanga debe tener en todos los aspectos un toque de esa gallardía que nos caracteriza. No existe taqueria, fonda o puestito que no tenga, ya de perdis, su salsa verde y roja. Como los colores de la bandera, definen la actitud del que sabe comer en la calle: no es para todos aguantar ese ardor en la boca y el estómago que una buena salsa provoca, pero podría hasta tomarse como un símbolo de flaqueza admitir que uno anda enchilad@.
● ¿Con queso o sin queso?
Somos contradictorios hasta decir basta, la verdad. Si nos vamos a la etimología de la garnacha, la suma de tortilla y queso es suficiente para que se convierta en una quesadilla pero para uno como chilango, eso no es suficiente. Como laboratorio gastronómico, probamos e inventamos recetas nuevas con los guisos que se presenten: picadillo, pancita, huitlacoche, tinga, lo que se nos ponga enfrente.. Es difícil dar una respuesta ante esta irónica concepción de la comida, pues en la capital no va la frase “al César lo que es del César”, no porque seamos amantes de lo extravagante sino porque simplemente somos raros.
Hablar de costumbre es hablar de la repetición de un acto que se ha arraigado en la mayoría de la población. Esta lista es solo una parte de lo que guarda la personalidad de un mexicano, un chilango, un capitalino, un ente extraño que oscila entre lo común y el comportamiento de un país que, hasta el momento, ni sus habitantes pueden desentrañar.